Mas allá del costo económico
y partiendo de que el tope para los gastos de campaña del proceso
electoral de este año fue de 328 millones 608,267.50 pesos, de acuerdo con el
Instituto Federal Electoral (IFE) y que los candidatos presidenciales tuvieron
como límite de gastos un total de 167 millones 260,766.68 pesos cada uno, es justo
y necesario hacer un recuento del costo social para la sociedad y del costo político
para los partidos.
México no tiene fondos para un desgaste social como el que
esta viviendo actualmente; tenemos
movimientos civiles polarizados y divididos por los resultados de las
elecciones. No hay un consenso por el bien de la nación pero si una pugna
partidista que al final permea a la sociedad y hace más grande la división
entre los extremos idealistas del ciudadano
común.
El desgaste político no puede ser mayor y deja en números rojos
las arcas de la credibilidad y confianza de los partidos. Por ende, los políticos
estarán sufragando este costo que para ellos va mas allá de la confianza y los
coloca en el banquillo de los acusados y condenados. Y es que la clase política
no debe olvidar que, para su desgracia, el pueblo es juez y parte.
Al final de este proceso nadie gana, ni sociedad, ni políticos
y mucho menos los partidos. Cualquier victoria proclamada será solo un intento
por cubrir un proceso caro, ineficaz y vulnerable con el fin de no soltar lo
arrebatado a la mala.
El costo real del proceso electoral se esta calculando en este
momento al interior de los movimientos ciudadanos descontentos, se esta
computando en las redes sociales que en cada post cobra la fuerza de una
conciencia silenciosa, del México real
que, al menos por hoy, duerme en la ignorancia y conformismo.
El costo real del proceso electoral 2012 se esta estimando
en las mentes de quienes buscan la reforma definitiva para que México avance,
no solo hacia el primer mundo, si no a
verbalizar y conjugar en primer persona la palabra democracia.
Gabriel Valdespino
gabriel.valdespino@gmail.com
@g_valdespino